En la Parte 1 vimos cómo Satanás, desde la antigüedad, ha introducido ideas espiritistas que con el tiempo se convirtieron en filosofías, y cómo estas fueron infiltradas en las religiones hasta ser aceptadas incluso como doctrinas. El gran engañador ha hecho creer al mundo que el espiritismo busca contactar con los muertos, pero en realidad es un sistema diseñado para desviar la adoración del Creador hacia poderes engañosos. En esta segunda parte veremos el surgimiento del espiritismo moderno, sus raíces históricas y su expansión a través de movimientos filosóficos, religiosos y políticos que moldean nuestra sociedad actual.
La creencia en la inmortalidad del alma y en los espíritus como entidades que habitan más allá de la muerte es muy anterior al término “espiritismo”. Desde el Edén, Lucifer introdujo esta falsa idea con su primera mentira: “No moriréis.” Sin embargo, fue a mediados del siglo XIX cuando estas creencias comenzaron a consolidarse en un movimiento organizado.
En marzo de 1848, las jóvenes Margaret y Kate Fox, de 12 y 15 años, comenzaron a escuchar extraños golpes en su casa de Hydesville, Nueva York. Creyendo que eran espíritus, establecieron un sistema de comunicación: una pregunta era respondida con un número determinado de golpes. La noticia se difundió rápidamente; su hermana mayor, Leah Fox, organizó sesiones públicas en el Corinthian Hall de Rochester ante cientos de espectadores, recaudando grandes sumas de dinero. Años después, las mismas hermanas confesaron que todo había sido una estafa, pero el daño ya estaba hecho: el fenómeno de las “mesas parlantes” se había convertido en una moda y el espiritismo moderno había nacido.
En Francia, el pedagogo Hippolyte Léon Denizard Rivail, conocido como Allan Kardec (1804–1869), asistió a sesiones espiritistas y quedó fascinado. En 1857 publicó su obra “El Libro de los Espíritus”, donde acuñó los términos espiritismo y médium. Declaró que sus escritos eran inspirados por entidades superiores y que un espíritu le reveló que, en una vida anterior, había sido un druida llamado “Allan Kardec”. Desde entonces, se le considera el padre del espiritismo moderno.
La rusa Helena Petrovna Blavatsky (1831–1891), fundadora de la Sociedad Teosófica, se dedicó al estudio del ocultismo y el esoterismo. Viajó extensamente por Egipto, India y el Tíbet, donde dijo haber recibido instrucción de maestros espirituales llamados mahatmas. Sus obras más influyentes —Isis sin velo y La Doctrina Secreta— promueven una supuesta “sabiduría divina” que une todas las religiones bajo un mismo conocimiento místico. Blavatsky es considerada precursora del movimiento Nueva Era y su teosofía constituye la base filosófica del espiritismo moderno.
La Teosofía buscaba unir religión, ciencia, arte y naturaleza en una sola visión espiritual. Hoy, bajo el ecumenismo, el Vaticano impulsa esa misma unión: el acercamiento entre cristianismo, judaísmo e hinduismo. Líderes protestantes también han firmado acuerdos de cooperación religiosa. Incluso la ciencia ha sido incorporada a esta visión, aceptando teorías como la evolución dentro de la teología católica, lo que diluye el relato bíblico literal de la creación.
Con su encíclica Laudato Si’, el Vaticano promueve la unión global en torno al “cuidado de la casa común”, vinculado a la Agenda 2030 y a políticas ambientales globalistas. Bajo una apariencia de unidad y paz, el espiritismo trabaja silenciosamente para preparar el escenario del gran engaño profético.
El movimiento New Age popularizó el espiritualismo en el siglo XX, especialmente durante los años 60 y 70 con la contracultura hippie. Promueve ideas panteístas: la creencia en un “dios interior” y la posibilidad de alcanzar iluminación por medio de energías, meditación o filosofías orientales. Aunque aparenta promover paz y bienestar, en realidad disfrazó el espiritismo con lenguaje moderno. Prácticas como dejar la mente “en blanco” abren puertas espirituales al enemigo. La Biblia nos enseña a mantener una mente sobria y vigilante, no vacía (1 Pedro 5:8).
El objetivo oculto de estas corrientes es alejar a las personas del estudio de la Palabra de Dios y de las profecías bíblicas.
Desde el siglo XIX, muchos escritores y artistas fueron influenciados por ideas espiritistas:
Arthur Conan Doyle, creador de Sherlock Holmes, practicaba la ouija y la escritura automática.
Victor Hugo realizaba sesiones con mesas parlantes.
Charles Dickens, Gustavo Adolfo Bécquer, Lord Byron, Mary Shelley y Bram Stoker abordaron temas de fantasmas, almas o posesiones.
El arte, el cine y los medios actuales continúan propagando estos conceptos. No es casualidad que la simbología ocultista y demoníaca sea hoy común en la música, películas y videojuegos.
Alice Bailey, discípula de Blavatsky, fundó junto a su esposo Foster Bailey la editorial Lucifer Publishing Company en 1920, más tarde renombrada Lucis Trust. Esta organización tiene sedes en Nueva York, Londres y Ginebra, y ha estado asociada a la ONU y la UNESCO para la difusión de ideas teosóficas y de “educación global”.
En sus escritos, Bailey propuso una “nueva ciudadanía mundial” y una “religión universal”. Su obra “Educación para una Nueva Era” presenta el ideal de una federación planetaria con un “cerebro mundial”. Incluso una de las sedes de Lucis Trust estuvo ubicada en el número 666 de United Nations Plaza, Nueva York. Estas conexiones evidencian la profunda influencia espiritista dentro de las estructuras políticas y globalistas modernas.
Inaugurada en 1952 en el edificio principal de la ONU, esta sala está decorada con símbolos cabalísticos y esotéricos. Su centro es una piedra de magnetita de varias toneladas iluminada por una luz azul. El ambiente silencioso y las proporciones numéricas del lugar corresponden a simbolismo místico proveniente de tradiciones ocultistas. Allí acuden líderes de diversas religiones a meditar, como símbolo de unidad espiritual mundial. Esto representa el intento de formar una sola religión global —tal como anticipan las profecías bíblicas.
Órdenes como los templarios, rosacruces, iluminados de Baviera, y logias masónicas han estado vinculadas a figuras influyentes de la política y la economía. En la actualidad, organizaciones como el Club Bilderberg o Bohemian Grove continúan esa tradición.
Bohemian Grove, ubicado en California, reúne cada año a líderes y expresidentes estadounidenses. Allí se celebra un ritual llamado “Cremación de las preocupaciones”, presidido por una gigantesca estatua de búho —símbolo del dios pagano Moloc, asociado a sacrificios humanos (Levítico 18:21). Aunque se presenta como una ceremonia simbólica, su trasfondo espiritualista y ocultista es evidente.
El mundo se encamina hacia el cumplimiento profético: la unión religiosa, política y espiritual bajo el poder del engañador. Pero Dios promete un remanente fiel, sostenido y protegido hasta el día glorioso en que Cristo vuelva y ponga fin al dominio del mal.
¡Maranatha!
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