En esta tercera y última parte de la serie veremos cómo la iglesia más grande y conocida del mundo ha adoptado doctrinas que la Biblia rechaza y cómo muchas denominaciones cristianas, en las últimas décadas, han incorporado prácticas que abren la puerta al sentimentalismo emocional y a formas sutiles de espiritismo, desplazando el estudio bíblico.
Todo este movimiento, que parece inofensivo o incluso “espiritual”, proviene en realidad de fuentes ocultas y conduce al gran engaño final: el espiritismo unido a la marca de la bestia.
El método correcto para interpretar la profecía bíblica es el historicista, aquel que permite que la Biblia se interprete a sí misma. En cambio, los métodos futuristas —de origen jesuita— desvían la atención del cumplimiento histórico y llevan a la confusión.
Los reformadores protestantes, desde los valdenses hasta Spurgeon, usaron el método historicista y coincidieron en que la bestia de Apocalipsis representa al sistema papal. Por eso se les llamó “protestantes”: porque protestaron contra los abusos de Roma y contra la manipulación de la verdad bíblica. Comprender correctamente el libro de Daniel es la clave para entender Apocalipsis y para identificar el origen del espiritismo religioso actual.
La Compañía de Jesús, u Orden de los Jesuitas, fue fundada el 15 de agosto de 1534 por Ignacio de Loyola y un grupo de compañeros. Aunque oficialmente se presentaron como misioneros, su verdadero propósito fue detener y destruir la Reforma Protestante, actuando como el brazo militar del papado.
Los jesuitas eran conocidos por su capacidad para infiltrarse en gobiernos, universidades y movimientos religiosos con el fin de manipularlos desde dentro. Por esa razón fueron expulsados de numerosos países.
El jesuita Francisco Javier llegó a Japón en 1549, en el desembarco de Kagoshima, justo el 15 de agosto, fecha simbólica para la orden. Más tarde, Matteo Ricci, jesuita italiano, fue enviado a China, donde combinó el cristianismo con el confucianismo, abriendo el camino a una fusión religiosa que la Biblia prohíbe. Así, desde el siglo XVI los jesuitas introdujeron pensamientos místicos orientales en su teología, lo que con el tiempo dio lugar a la mezcla moderna entre espiritualidad y ocultismo.
El emperador Toyotomi Hideyoshi prohibió el catolicismo en 1587 al descubrir los intereses políticos de los jesuitas. En 1597, 26 misioneros fueron crucificados en Nagasaki, y en 1614 todos los jesuitas fueron expulsados del país. Siglos después, regresaron bajo otras formas, utilizando a hombres como Guido Verbeck, misionero “protestante” entrenado por ellos, que reintrodujo la influencia occidental y reformó la educación japonesa. A partir de entonces, Japón se convirtió en un punto clave para la expansión espiritualista mundial.
Esta fecha se repite con frecuencia en la historia jesuita:
1534: Fundación de la Orden Jesuita.
1549: Llegada de Francisco Javier a Japón.
1865: Nacimiento de Mikao Usui, fundador del Reiki.
1945: Rendición de Japón tras las bombas atómicas.
Lejos de ser coincidencias, estos hechos muestran una conexión simbólica y espiritual entre los planes jesuitas y la expansión del espiritismo oriental.
Mikao Usui fundó el sistema Reiki, una práctica de “sanación energética” basada en la imposición de manos. Aunque se presenta como medicina alternativa, su trasfondo es espiritista. El término “Rei” se traduce a menudo como “espíritu”, pero en el japonés religioso antiguo alude a los espíritus desencarnados o demonios. El Reiki, al igual que el Kundalini o la Ouija, produce estados mentales de apertura espiritual donde la mente queda vulnerable a influencias externas. Por eso la Biblia nos advierte: “Sed sobrios y velad” (1 Pedro 5:8).
Ignacio de Loyola escribió los Ejercicios Espirituales, un método de visualización mental y meditación profunda que induce estados alterados de conciencia. A esto se añade el Eneagrama, una práctica con raíces sufíes y persas, que promueve la “transformación interior” por medio del autoconocimiento.
Ambas corrientes mezclan misticismo oriental y psicología moderna, alejándose de la oración y el estudio bíblico. Así, el catolicismo adopta un espiritualismo ajeno a las Escrituras, promoviendo una religiosidad emocional similar a la Nueva Era.
La adoración de imágenes y vírgenes contradice directamente el segundo mandamiento: Éxodo 20:4-5 No te harás imagen… no te inclinarás a ellas, ni las honrarás. Para mantener esta práctica, el catolicismo eliminó el segundo mandamiento en su catecismo y dividió el décimo. Esto cumple la profecía: Daniel 7:25 – “Pensará en cambiar los tiempos y la ley.”
La Biblia enseña que ni siquiera los ángeles deben ser adorados (Apocalipsis 22:8-9). Adorar cualquier otra cosa es rendir culto indirecto al enemigo de Dios (Mateo 4:8-10).
El sol es uno de los símbolos más repetidos en el Vaticano: aparece en altares, vitrales, hostias y ornamentos sacerdotales. El domingo, “día del sol” (Sunday), fue impuesto como día de adoración por Constantino en el año 321, sustituyendo el sábado bíblico. El emblema jesuita (IHS) representa precisamente el sol radiante, símbolo del dios solar egipcio Ra.
El llamado “bastón papal” o cruz torcida, popularizada por Juan Pablo II, fue un símbolo siniestro, usado por los satanistas en el siglo sexto, que había sido revivido para la época del Vaticano Segundo. Esta era una cruz torcida o rota, en la cual se mostraba una figura repulsiva y distorsionada de Cristo, que los practicantes de la magia negra y brujos de la Edad Media habían usado para representar el término bíblico “marca de la Bestia”.
Asimismo, la mitra papal proviene del culto babilónico al dios pez Dagon, heredado por los sacerdotes etruscos y romanos. Estos símbolos muestran la continuidad entre el paganismo antiguo y la liturgia católica moderna.
El espiritismo no se limita al catolicismo. Muchas iglesias protestantes, especialmente las pentecostales y neopentecostales, han adoptado prácticas emocionales y fenómenos de éxtasis que no proceden del Espíritu Santo. El evangelista Rodney Howard-Browne introdujo el movimiento conocido como la “Borrachera Espiritual” o “Avivamiento de la Risa”, en el que los asistentes reían, gritaban o caían al suelo bajo supuesta “unción”.
Predicadores famosos como Kenneth Copeland continuaron difundiendo este tipo de manifestaciones, confundiendo lo emocional con lo espiritual. La Biblia enseña que el Espíritu Santo produce dominio propio, no pérdida del control ni histeria (Gálatas 5:22-23).
La unión del catolicismo, el espiritismo y el protestantismo apóstata constituye el triple engaño profetizado en Apocalipsis 16:13-14. Estas corrientes preparan al mundo para recibir la marca de la bestia bajo un falso cristianismo global. La única salvaguarda es permanecer firmes en la Palabra de Dios, estudiando las Escrituras con discernimiento y obediencia.
“Al Señor tu Dios adorarás, y a Él solo servirás.” (Mateo 4:10)
¡Maranatha!
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